Pocos somos indiferentes a la batalla entre la Unión Europea y las grandes empresas tecnológicas. Esas empresas que hacen día a día cada vez la vida más fácil a la gente, también consiguen cada vez facturar más y más millones. Por eso, no es de extrañar que la Unión como garante de la legalidad económica en muchas facetas de la vida de sus Estados Miembros, decidiese hace ya unos años plantar cara a los gigantes tecnológicos como Google, Facebook o Amazon para que rindan cuentas por sus beneficios.
De este movimiento ha surgido la propia preocupación de muchos países de la zona euro en conseguir una tasa de facturación de las empresas tecnológicas efectiva y que sea aplicable dentro de todo el territorio de la UE. Así, en la primavera del año que viene, se prevé que la Comisión Europea habrá configurado una tasa para conseguir que las empresas tecnológicas dejen de facturar sin que los países en los que hacen beneficios vean simplemente salidas de dinero sin tributación.
Aunque el futuro se plantea de manera positiva, también encontramos que no todo es color de rosa, porque la UE lleva con la que se denomina la tasa Tobin en relación a las transacciones financieras totalmente en pausa. Se trata de una cuestión de unanimidad, porque en muchos casos para poder hacer efectivas este tipo de políticas donde se intervienen cuestiones fiscales, se necesita que todos y cada uno de los Estados Miembros estén de acuerdo.
La guerra de la UE a las tecnológicas es manifiesta, porque en este caso no se trata sino de un capítulo más, donde los gigantes de internet tienen que estar muy atentos a las maniobras de la Unión en sus actuaciones tanto a corto como a largo plazo. El problema reside en que estas grandes empresas han desarrollado estrategias del denominado “escapismo fiscal”, donde todo vale para conseguir no pagar impuestos o pagar los mínimos posibles con movimientos de capitales y siempre respetando la legalidad, aunque siendo algo desleales.

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