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De unos años a esta parte, trabajar por proyectos en etapas de educación infantil no es ningún disparate, sino que incluso se ha convertido en una tendencia que muchos centros educativos han implantado. Y es que trabajar por proyectos es más beneficioso para los niños, que trabajar a través de métodos tradicionales de aprendizaje. Ahora bien, para que los beneficios y las ventajas de los proyectos tengan una plasmación en el desarrollo educativo de los pequeños, es necesario que los educadores estén formados en este ámbito y familiarizados con este método de trabajo.
De esta forma se ha de conseguir realmente trabajar entre todos en el proyecto y para que los niños estén realmente motivados se espera que sean ellos los que elijan sus proyectos basados en sus propios intereses. Hay muchos educadores que se preguntan cómo pueden introducir en sus unidades didácticas, los proyectos, es relativamente imposible, porque los proyectos se han de basar en las inquietudes de los niños e introducirlos de antemano será realmente una idea preconcebida de los propios educadores.
Para que el proyecto haga que los niños aprendan divirtiéndose y sin apenas darse cuenta de que están interiorizando gran número de conceptos, los proyectos se deben basar en todo momento en su propio interés, por lo que los educadores infantiles pueden aprovechar momentos concretos, como preguntas en clase o eventos que haya en la propia ciudad que puedan hacer despertar su curiosidad.
Los ingredientes para que un proyecto sea realmente un éxito en la educación de los niños, ellos deben sentirse incluidos en el trabajo de ese proyecto, llegándose a preguntar cada vez más por qué el mundo que les rodea es como lo perciben y llegar a entender qué se esconde detrás de cada color, animal y el propio cuerpo humano. De cualquier rincón de la clase puede surgir una idea nueva y los educadores deben estar atentos para saber cómo canalizar las ideas de los pequeños y poder crear proyectos con los que aprender.

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