Los niveles de obesidad infantil aumentan progresivamente año tras año. Los expertos nos advierten de que este problema de hoy también lo será para esos adultos en el futuro. Lo cierto es que si este problema no consigue solucionarse en estos años, los adultos del mañana sufrirán problemas cardiovasculares, hipertensión o diabetes.
Nuestro bagaje cultural tiene mucho que ver en esta tendencia hacia la obesidad, porque en cierto modo se nos transmite que la delgadez no es signo de salud, mientras que por el contrario la obesidad sí que lo es. Otro de los problemas del que nos advierten los expertos en dietética relacionado con la obesidad es que en muchas ocasiones solemos confundir la obesidad con la retención de líquidos, mientras que la obesidad obedece a la situación en la que una persona acumula grasa.
El hecho de que nuestros hábitos hayan cambiado afecta también a la educación alimentaria de nuestros hijos. Cada vez practican menos deporte fuera de casa y se dedican más a actividades sedentarias. Pero además su dieta se ha modificado, porque en la mayoría de las ocasiones un hábito tan habitual como es la merienda se convierte en uno de los enemigos de su salud. Cada vez más los padres se decantan por la opción sencilla del bollo o la pastelería en vez de intentar combinar los bocadillos y la fruta, y lo mismo ocurre con las bebidas, se toman más a menudo bebidas azucaradas como refrescos o zumos antes que un simple vaso de leche.
Otro de los puntos clave de este problema es la comida que se sirve en los comedores escolares. La falta de presupuesto obliga a que el precio y la calidad estén reñidos y muchos de los comedores escolares no cuenten ni tan si quiera con el consejo experto de un dietista. Con una actitud responsable por parte de padres y educadores junto con las recomendaciones de los dietistas, seguro podrían solucionar muchos de estos problemas.