Los expertos en farmacia y parafarmacias, saben que la conservación adecuada de cierto tipo de medicamentos es esencial para conseguir que estos no pierdan sus propiedades y por tanto su actividad farmacológica concreta. Existe un determinado número de medicamentos que se considera termolábiles, y que en muchos casos necesitan ser conservados en la nevera para evitarse intoxicaciones.
En general, los medicamentos se deben guardar en lugares frescos y secos y siempre se debe consultar su fecha de caducidad para saber si aún están en fecha para poder ser ingeridos. Asimismo, existen medicamentos que necesitan una temperatura aún más concreta y resulta necesario guardarlos en la nevera o frigorífico, por eso no es de extrañar que en muchas farmacias exista una nevera repleta de medicamentos.

¿Qué medicamentos se deben guardar en la nevera?

Sería como preguntarnos qué medicamentos son termolábiles, existen diferentes medicamentos a guardar en el frigorífico, como serían por ejemplo las insulinas, algunas vacunas, colirios o incluso antibióticos. La temperatura idónea para guardar estos medicamentos es entre 2º y 8º, nunca llegando a congelarse.
En este sentido, los medicamentos termolábiles deben guardar una cadena de frío, por eso en su puesta a disposición en las farmacias se entrega en el establecimiento en una nevera y el farmacéutico o técnico de farmacia deberá indicar al usuario que debe guardarlo con rapidez en su nevera y conservarlo ahí hasta su ingesta. La cadena de frío es importante para garantizar los efectos del medicamento en cuestión.
Es tan importante evitar que el producto se someta a altas temperaturas, como que se someta a bajas temperaturas. En ocasiones, el transporte de estos medicamentos es muy importante, tanto como el tenerlos en la nevera y que esta no sufra ninguna variación que pueda conllevar la congelación del medicamento. Ante estos sucesos siempre deberemos consultar al farmacéutico o médico en cuestión si resulta oportuno ingerir dichos medicamentos, porque por un lado podremos enfrentarnos a que no hagan efecto o incluso a una posible intoxicación.

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