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Cuando hablamos de educación infantil, se suele considerar que un niño que tenga en su vida diaria demasiados límites puede llegar a no desarrollarse con la suficiente confianza y aprender por sí mismo. Esa cuestión puede ser cierta, pero los extremos nunca son buenos y quizás el equilibrio por una educación donde existan límites (mínimos) pero haya una frontera que cruzar, sea una cuestión muy a tener en cuenta.

¿Cuándo son buenos los límites?

Los límites, en su justa medida pueden tener sus beneficios. Para los educadores infantiles, las cuestiones relacionadas con los límites están bastante claras, pero en ciertas ocasiones los propios padres cuestionan por qué dentro de los centros de educación infantil existen límites. Estos pueden tener beneficios en la educación de los niños, tales como:

  • Aporte de seguridad para entender que se debe seguir un camino. En nuestra vida diaria y adulta hay ciertas normas y ciertos límites, por lo que entender que existen cuando los niños son aún niños, podrán ayudarles para su posterior desarrollo, tanto emocional como mental.
  • Pueden ser el vehículo para transmitir valores. Las reglas y los límites pueden marcar pautas y conocerlos ayuda a los niños a conocer si están ante comportamientos oportunos o no. Las normas que se deben cumplir han de tener una razón de ser para que de esta manera los niños entiendan su importancia, porque si fuesen aleatorias la propia norma no tendría sentido.
  • Capacidad para ponerse en contexto. Los niños deben tener reglas en determinados momentos, es cierto que cuando juegan pueden dar rienda suelta a su imaginación y a su manera de entender el juego. Sin embargo, deben aprender a calmarse y concentrarse, por lo que las reglas pueden ayudarles a situarse.

En muchos centros de educación se ayuda a que los niños entiendan la importancia de las normas, pero en casa este tipo de valores también se deben trabajar, porque al fin y al cabo no siempre es una cuestión que se deje en manos de los educadores infantiles.

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