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Los expertos en educación infantil y los educadores infantiles están muy familiarizados con el término de motricidad fina y sus diferentes implicaciones. Hoy queremos dedicar una entrada de nuestro blog a este término y a sus implicaciones, así como a las posibilidades que existen al alcance de nuestra mano para potenciar la motricidad fina.

El término de la motricidad fina se refiere a aquellas actividades que por parte de los niños requieren de precisión y un alto nivel de coordinación. De esta manera la motricidad se presenta en las capacidades de los niños a la hora coger determinados objetos o de realizar ciertos movimientos voluntarios que de otra manera sin esa motricidad fina no podrían llegar a hacer.

La motricidad fina como tal, se desarrolla a partir del año y medio de vida, pero suele desarrollarse hasta los tres años, presentándose de manera distinta en los niños. De esta manera, los educadores infantiles pueden ser participes del desarrollo de esta motricidad fina puesto que coincide con la etapa donde los niños pasan de gatear a poder andar y donde desarrollan movimientos más complejos a la hora de coger cosas, abrir cajones o incluso pasar las páginas de los libros.

En este sentido, la motricidad fina cobra especial relevancia en el desarrollo de la inteligencia de los niños. Ahora bien, como decimos, la motricidad fina no tiene por qué desarrollarse de la misma manera en niños de las mismas edades, pudiendo estar unos más aventajados pero pudiendo también ser superados en determinados momentos por otros que antes iban más retrasados en apariencia.

Potenciar la motricidad forma parte de la educación por parte de las personas preparadas para ser educadores infantiles pero también puede ser potenciada por los padres en casa. Con pequeños juegos donde los niños tapen y destapen botellas o tarros, o quizás con actividades donde les enseñemos a utilizar las pinzas de la ropa, estaremos enseñándoles cómo de delicados han de ser a la hora de coordinar sus gestos. La actividad constante y el saber despertar la curiosidad a los pequeños es una manera de conseguir que estos desarrollen todas sus capacidades.

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