Durante la primera etapa de vida de los niños nos suelen surgir muchas dudas. Dudas y preguntas relacionadas con su desarrollo, con qué pueden y no pueden comer, qué son capaces y qué no son capaces de hacer y por supuesto con cómo esperamos que se muevan y si serán capaces de realizar un determinado movimiento. Estos pequeños detalles nos pueden parecer irrelevantes, pero cuando se trata de la educación de nuestro hijo, solemos prestar mucha más atención. De ahí que en muchas ocasiones los especialistas médicos pero también los educadores infantiles intenten transmitir a los padres cuáles son las pautas normales que sus hijos han de desarrollar y en caso de observar que estas no se cumplen, poder practicar determinados ejercicios y conseguir que el niño se desarrolle con normalidad.
Cuando hablamos de los movimientos típicos, nos referimos por ejemplo que un niño pueda o no sostener su cabeza pasados unos meses, o quizás a que sea capaz de agarrar un determinado objeto con fuerza, o a poder elevar la parte trasera de su espalda y comenzar a gatear. Se espera que los niños vayan cumpliendo una serie de hitos y para ello debemos prestar especial atención a su comportamiento, tanto los cuidadores, como los padres han de ser conscientes de sus pequeños logros. De ahí que afirmemos que el movimiento importa y es crucial para el conveniente desarrollo de los niños.
Los bebes con apenas un par de meses comienzan a conocer el mundo que los rodea a través de sus propios movimientos. Fomentar que estos se muevan con más soltura y a que lo hagan de manera más fluida está en la mano de los padres y educadores infantiles, a través de sencillos ejercicios esto se puede conseguir, por lo que el primer paso es conocer qué podemos esperar y cómo los podemos animar. Además, como decimos es importante prestar atención para darnos cuenta cuándo esos pequeños hitos no se cumplen y es necesaria nuestra intervención y la de los que son profesionales de la educación.