Las emociones son uno de los rasgos más presentes en nuestro día a día como personas, forman parte de nuestra forma de ser, pero también de nuestro saber hacer. En ocasiones a los adultos les cuesta entender que los más pequeños comienzan a saber gestionar sus emociones siendo pequeños, por eso trabajar la inteligencia emocional y las técnicas aparejadas a esta es realmente importante para conseguir que los más pequeños puedan afrontar su día a día.
En opinión de muchas personas que se han convertido en educadores infantiles, resulta crucial que los más pequeños tengan la oportunidad de iniciarse en el aprendizaje de la inteligencia emocional. Canalizar la frustración así como el estrés puede resultar clave a la hora de poder gestionar las emociones y las acciones de los más pequeños.
Dentro de las estrategias de la educación infantil en muchas ocasiones se integran itinerarios formativos especialmente pensados para poder formar en el ámbito de la inteligencia emocional y sus técnicas. Algunas de las más típicas giran en torno a la capacidad de controlar su ira, pero también dominar sus miedos ya que a partir de los primeros de vida los niños son capaces de generar emociones de rabia las cuales se materializan en la capacidad de golpear a sus hermanos o padres.
La inteligencia emocional está íntimamente relacionada con la capacidad de los niños de reconocer las emociones. Los educadores infantiles así como los profesionales de este ámbito saben que a partir de los dos años los más pequeños comienzan a interactuar con sus semejantes, tanto con otros niños como con los adultos, de ahí que puedan comenzar y deban reconocer las emociones de los demás, sobre todo en lo que se refiere a las emociones básicas. Tanto es así que al llegar a los cuatro o cinco años es la época perfecta para que los niños pequeños puedan nombrar las emociones y hablar de sus propias sensaciones para compartirlas con los demás.
La importancia de las técnicas de gestión de las emociones, radica en la propia importancia de conocerse a uno mismo. Entendernos a nosotros y entender a los demás puede ser la calve para conseguir que los niños de hoy sean adultos tolerantes y respetuosos con los demás.